@octaviodiazg
Charles
Dickens describió en sus novelas las terribles condiciones que sufrían los
niños en la Gran Bretaña del siglo XIX, especialmente en Londres. Las
condiciones para los niños eran terribles tanto en los orfanatorios como en las fábricas donde tenían que trabajar. Pero
desde tiempos inmemoriales, los niños maltratados han sido callados
protagonistas de enormes tragedias personales como lo ha hecho ver en sus
libros la notable psicoanalista suiza, Alice Miller, quien dedicó su obra a
combatir el maltrato infantil que cotidianamente los padres asestan “por su propio bien” a sus
hijos, especialmente a los más pequeños que no pueden defenderse.
A
veces la educación se quiere entender como forzar a los niños a que dejen de
ser ellos mismos para convertirse en algo que quieren los papás que sean. Ese
proceso de anulación de la personalidad plagado de violencia física y verbal se perpetúa cuando crecen los niños y a la vez
ellos mismos son padres. Lo que aprendieron como educación es esa lucha por
anular al niño que ahora es su hijo y tratan de amoldarlo según creen que es lo
mejor, sin atender a los sentimientos o deseos del niño.
Pero
ésta situación que pasa desapercibida bajo el disfraz de “educación de los hijos”, es superada por acontecimientos mucho
más violentos que padecemos. Dos noticias en torno al maltrato de menores han
sacudido a la opinión pública estos días. Me refiero por una parte al éxodo de
menores de edad centroamericanos que han abandonado sus países para dirigirse a
los Estados Unidos pasando por México. Tan solo en el periodo de enero a mayo,
México había devuelto 6,227 menores a sus países de origen, de los cuales la
mitad viajaban solos. La Administración del presidente Obama estima que
alrededor de 60,000 niños sin la compañía de un adulto ingresarán ilegalmente a
Estados Unidos este año, lo que ha
disparado las alarmas ante una crisis humanitaria de tamaño insospechado.
Existen dos poderosos motivos que han impulsado a estos niños a poner en riesgo
su vida al tratar de atravesar México: primero están huyendo de la violencia
extrema provocada por las pandillas llamadas “Maras” en los países de El
Salvador, Honduras y Guatemala que al intentar reclutarlos los amenazan de
muerte a ellos o sus padres. El otro gran incentivo es que las leyes
norteamericanas prevén un trato especial a los niños que llegan ilegalmente a
aquél país e inclusive tienen la posibilidad de quedarse, aunque diversos funcionarios
norteamericanos, tratando de parar el éxodo, han sido muy claros en decir que
serán deportados. Por lo pronto las
autoridades mexicanas ante la presión de las autoridades americanas han
iniciado esfuerzos para detener este éxodo de niños. Para ello la Secretaría de
Gobernación ha nombrado un Comisionado, que parece ser la figura favorita de
este gobierno para resolver situaciones de crisis, cuyo título oficial es
Coordinador de Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur y depende
del Secretario de Gobernación. Falta ver si da resultado.
Otro
caso que ha acaparado titulares es el de la casa hogar “La Gran Familia” en
Zamora, Michoacán dirigido por la Sra.
Rosa Verduzco, mejor conocida como “Mamá Rosa”. La PGR se presentó en esa casa
con una orden de cateo ante diversas denuncias y lo que encontraron fue una
situación de miseria y abandono extremo en el que vivían más de 500 personas en
su mayoría niños. El caso ha causado
gran polémica porque intelectuales de gran categoría, el ex presidente Fox y
otros personajes han salido a defender la actuación de la Sra. Verduzco. De la
información que ha trascendido, lo que
si queda de manifiesto es que los menores vivían en condiciones muy precarias y
lo que es peor, en un régimen carcelario. No extraña que ninguna autoridad haya
intervenido para supervisar los trabajos de esta casa hogar dado que está en
Michoacán, donde el Estado Mexicano casi desapareció hace muchos años y ante su
ausencia, hayan tenido que llenar ese hueco personas como la Sra. Verduzco o las
autodefensas. Por lo pronto lo importante será el rescate de los niños, que las autoridades se preocupen de mejorar las
condiciones en las que viven y que castiguen a los culpables de los abusos.
Desconozco
las razones para que tanta personalidad abone en favor de la Sra. Verduzco y
cuya labor se desarrolla dese 1947. Pero lo que me parece inaceptable son las condiciones
en que vivían los niños que estaban sujetos a encierro, malos tratos,
insalubridad y, de confirmarse, abusos de carácter sexual y físico. No se
justifica el decir que estarían en peores condiciones fuera de allí o que se
requiriera el régimen carcelario porque eran niños problema o que antes las
condiciones de la casa hogar eran mejores o que no era culpa de la Sra.
Verduzco sino de sus ayudantes. Nada justifica la violencia contra los niños.
La
gran crisis humanitaria que afecta a decenas de miles de niños que viajan solos
a Estados Unidos debido a la total falta de control de nuestra frontera sur y
el caso de la casa hogar “La Gran Familia” donde por 67 años una persona pudo
hacer lo que quiso, sin supervisión, con miles de niños, son manifestaciones
del mismo problema: la ausencia de un Estado Mexicano que se haga cargo de esas
tareas y muchas otras que se han convertido en graves problemas que aquejan al país.
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