A partir del 2008 vivimos un aumento en el número de homicidios en el país y pareciera que también un incremento en los delitos del fuero común. Si bien estos fenómenos están focalizados en ciertos municipios del país, la percepción de la sociedad es que está más extendido el fenómeno. Hay muchas explicaciones y poco consenso acerca de las causas que ocasionaron estos incrementos de inseguridad y violencia. Por ello, tampoco existe consenso entre los analistas y expertos sobre cuáles son las mejores estrategias para combatirlos.
Prueba de ello es la discusión que organizó la revista Nexos en torno a este tema en septiembre y que acaba de publicar en su número de noviembre. En ella participaron 8 expertos y fue moderada por Denise Maerker, titulada “Nuestra Guerra”. Interesante debate porque participaron, entre otros, Guillermo Valdés, ex director del CISEN, poco después de haber dejado su cargo; Fernando Escalante del Colegio de México que ahora se ha interesado por estos temas y Joaquín Villalobos ex líder guerrillero del FMLN en El Salvador. En dicha conversación se manifestaron los diferentes puntos de vista: unos dicen que la actuación del gobierno es la que provocó la escalada en el número de homicidios. Otros dicen que el fenómeno está ligado a una guerra entre grandes cárteles delincuenciales. Hay quien atribuye el fenómeno a otros factores coyunturales como la fragmentación de los cárteles y la pelea entre estas bandas.
Existen muchas dudas sobre las diferentes hipótesis que se manejan: ¿Se trata de grandes organizaciones delincuenciales capaces de mover a miles de personas o se trata de pequeñas bandas locales que disputan mercados locales? ¿Cuál es el modelo de negocios de los delincuentes: una organización tipo militar con jerarquías, controles y funciones bien definidas cuyo tamaño puede abarcar a decenas de miles de personas o un modelo de negocios tipo multinivel que trabaja a base de redes más o menos informales?
Resulta que muchas de estas hipótesis se han convertido en mitos: se cuestionan poco y se repiten como si fuesen verdades absolutas. Un analista que recientemente se ha incorporado a la luz pública es Alejandro Hope, quien también participó en la discusión organizada por Nexos (Ver su blog: www.animalpolitico.com/blogueros-plata-o-plomo) y quien se ha convertido en un “mitoclasta” sobre los temas de drogas, inseguridad y violencia. Algunos aspectos que ha cuestionado son: a) Las cifras que se manejan acerca del tamaño del mercado de las drogas son muy exageradas, pero son defendidas por instancias gubernamentales americanas que buscan mayores presupuestos. b) Hay menos sicarios de los que se piensa. Son pocos pero muy letales. c) Los esfuerzos de erradicación de cultivos de droga parece que no tienen efectos en el tráfico de las mismas. e) Es inadecuada la estrategia de atacar a todos los cárteles a la vez; sería mejor enfocarse contra los más violentos. f) La unificación de policías en un solo mando o agencia no es la mejor estrategia. La ventaja de tener varias instancias de combate a la delincuencia es que es más difícil corromper a varias que a una sola. g) El que el Chapo Guzmán esté en la lista de Forbes como uno de los más ricos del mundo es sólo publicidad de la revista, pues no hay manera de estimar los ingresos de este personaje. h) El efecto cucaracha que consiste en que si se limpia un lugar de delincuentes aparecen en otra parte es falso.
Hay muchas hipótesis pero pocas certezas. Por ejemplo, la hipótesis de que se trata de grandes ejércitos en donde los capos manejan organizaciones formadas por decenas de miles de personas me parece poco sostenible. Si hay algo de lo que se carece en México es capacidad gerencial para manejar grandes organizaciones. Son muy pocas empresas públicas o privadas en el país que cuentan, por poner un número, con más de 10,000 empleados, y en general el gigantismo de ellas las vuelve ineficientes. No veo porqué ese genio organizativo sí exista en las organizaciones criminales cuando en el resto de la sociedad difícilmente se da. Sin embargo vemos que esta hipótesis es muy popular por ejemplo entre las agencias norteamericanas que combaten a la delincuencia y por ello, favorecen el que la estrategia de combate se oriente a descabezar las organizaciones: se supone que si se corta la cabeza se pierde ese genio organizativo que les permite operar a los maleantes. Pero, ¿qué tal si se trata de pequeñas células independientes, vagamente asociadas a algún grupo y con capacidad de operación muy local? Una organización delincuencial que opere más como guerrilla que como un ejército regular. Entender esto es muy importante porque la estrategia de combate es muy diferente en ambos casos. Equipos, armas y personal requerido son muy diferentes.
La falta de consensos entre los expertos no ayuda a la toma de decisiones respecto a que hacer contra la inseguridad y la violencia que los delincuentes han generado. Pero el discutir el asunto públicamente ayuda a construir consensos entre expertos y sirve para obtener el apoyo de la sociedad que está confundida y atemorizada con la escalada de violencia. También serían convenientes foros de discusión a puertas cerradas, en que participen los expertos junto con todos los responsables de implementar las políticas públicas a fin de poder evaluar dichas políticas y cambiar de estrategias cuando sea necesario.
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