28 de octubre de 2024

SE AGRAVA EL DESEMPLEO

 

Por: Octavio Díaz García de León


    La reciente reforma judicial y los cambios administrativos están dejando a miles de profesionales del sector público en México en una situación de incertidumbre laboral. Abogados que han dedicado años a ascender dentro del Poder Judicial, siguiendo procedimientos estrictos como exámenes, concursos, y continuando su formación académica con maestrías y doctorados, ven ahora su futuro profesional comprometido. Estos trabajadores, muchos de los cuales han arriesgado incluso su seguridad en el ejercicio de su labor, enfrentarán despidos masivos.

   Una situación similar ocurre en otras instituciones con autonomía constitucional, como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), cuya desaparición ha sido anunciada. A pesar de los esfuerzos por consolidar un servicio profesional de carrera, su disolución afectará a cientos de especialistas en transparencia y protección de datos personales que perderán su empleo.

    Además, vienen despidos por los cambios sexenales y un recorte del 10% en la nómina, que afectará a decenas de miles de empleados gubernamentales. El Servicio Profesional de Carrera, que alguna vez garantizaba estabilidad laboral en el sector público, ha quedado prácticamente inoperante. A muchos funcionarios pertenecientes a este Servicio se les pide la renuncia, la cual entregan para evitar represalias o el cierre de oportunidades futuras dentro del gobierno.

    Pero el desempleo no solo se da en el gobierno.  Según datos de la OCDE, en 2023 se graduaron más de 1.1 millones de universitarios en México, de los cuales aproximadamente un tercio, cerca de 400 mil, no ha logrado conseguir empleo. Esto sin contar los miles de egresados de años anteriores que aún siguen en búsqueda de oportunidades laborales.

    La angustia es palpable entre quienes son el sustento de sus familias y no pueden generar ingresos, al enfrentar esta situación de falta de empleo y despidos. Esto es exacerbado por el bajo crecimiento económico del país en los últimos seis años, con un promedio anual de crecimiento del PIB de apenas 0.6%, el más bajo en un sexenio en la historia reciente del país. Este crecimiento de la economía no alcanza para absorber al 1.3% de la población que se incorpora anualmente a la población económicamente activa.

    El mercado laboral en México también presenta otros desafíos estructurales. Muchas carreras universitarias, como las relacionadas con comunicación, ecología y diseño, no cuentan con una demanda suficiente en el mercado laboral. Al mismo tiempo, profesiones saturadas, como derecho y administración de empresas, enfrentan dificultades similares, al producir más egresados de los que el mercado puede absorber. Además, la falta de experiencia, combinada con las deficiencias educativas, coloca a muchos jóvenes en una posición de desventaja frente a las demandas de las empresas. Esto sin incluir a aquellos que no alcanzan educación universitaria, quienes tienen aún más dificultades para encontrar un trabajo bien remunerado.

    Para quienes tienen experiencia profesional especializada, la situación también es compleja. Por ejemplo, ¿qué opciones de empleo tienen quienes se han dedicado a garantizar la transparencia en las instituciones del gobierno? Sus habilidades no son fácilmente transferibles a otros sectores.

    Otro factor a considerar es la discriminación por edad en el sector privado. A partir de los 45 años, las oportunidades laborales disminuyen considerablemente, y en muchos casos, las empresas prefieren despedir a empleados a partir de esta edad,  en favor de trabajadores más jóvenes y con salarios más bajos.

    El gobierno federal, además, ha dejado de ser una opción atractiva para profesionales bien capacitados. Los recortes salariales, la eliminación de prestaciones y la falta de competencia en los liderazgos han transformado el sector público en un refugio para universitarios con poca experiencia o recién egresados de universidades públicas que aceptan condiciones laborales mínimas. Las excepciones, como Pemex y CFE, siguen siendo atractivas, pero sin las conexiones adecuadas, es difícil acceder a estas instituciones.

   Ante la falta de empleo formal, muchos se ven obligados a integrarse a la economía informal. Actualmente, el 54.1% de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad, lo que representa alrededor de 32 millones de personas. Estos trabajadores, a menudo subempleados o autoempleados, no cuentan con seguridad social ni beneficios laborales. Quizá este sea el único camino que les quede a quienes enfrentan el desempleo.  

    La falta de empleo es un reto constante, y en el actual contexto político y económico de México, las perspectivas no parecen mejorar. La continuidad de las políticas del sexenio anterior por el actual gobierno ha generado un ambiente de incertidumbre que frena la inversión y, con ello, el crecimiento económico. Los profesionales despedidos, los nuevos egresados universitarios y millones más que se incorporan a la fuerza de trabajo enfrentarán grandes dificultades para encontrar empleo. Sin crecimiento económico, las soluciones parecen lejanas.

12 de octubre de 2024

LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD PÚBLICA DE SHEINBAUM

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

    El país enfrenta una grave crisis de seguridad pública, al culminar el sexenio más violento de su historia reciente, con casi 200 mil homicidios dolosos y más de 50 mil personas desaparecidas. Este nuevo sexenio comienza con episodios de gran violencia en lugares como Chilpancingo, Villahermosa, Culiacán, Durango, Guanajuato y Michoacán, entre otros.

    Ante este reto, el nuevo secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, García Harfuch, ha presentado su programa para abordar la seguridad pública, basado en cuatro ejes.

   El primer eje se centrará en atacar las causas subyacentes de la violencia, una estrategia que fue prioritaria en el sexenio de Calderón, aunque sin lograr una reducción significativa en los niveles de criminalidad. Este enfoque requiere constancia y recursos considerables para ofrecer alternativas viables frente a los beneficios económicos que la delincuencia organizada brinda a sus reclutas. Los resultados, de alcanzarse, serían a largo plazo y dependen de un compromiso sostenido.

   El segundo eje busca la consolidación de la Guardia Nacional, que, a pesar de haber sido creada hace cinco años, aún no ha cumplido con las expectativas en materia de seguridad. Este organismo está bajo control militar, lo que limita la influencia directa que el Secretario de Seguridad puede tener en su operación por lo que la efectividad de este eje dependerá en gran medida de las acciones que realicen las fuerzas armadas.

   El tercer eje se enfocará en fortalecer la inteligencia y la investigación sobre la delincuencia organizada, fortaleciendo a las instituciones civiles en este ámbito. Durante el sexenio pasado, esta tarea estuvo mayormente en manos de la inteligencia militar. Para abordar esta área, se planea crear una Subsecretaría de Inteligencia e Investigación, que posiblemente supervise al antiguo CISEN, ahora conocido como el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Aunque no está claro si la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) se integrará a este esfuerzo, su participación será crucial para las investigaciones.

    A lo largo de la historia, las instituciones de inteligencia civil han operado con luces y sombras. Por ejemplo, la Dirección Federal de Seguridad, predecesora del CISEN y el CNI, se convirtió en una policía política y estuvo implicada en actividades ilegales, incluyendo el tráfico de drogas. El reto será evitar que se repitan estos errores, estableciendo controles de confianza rigurosos para mantener la integridad de estas instituciones.

   El cuarto eje se centrará en la coordinación entre el gabinete de seguridad y las autoridades estatales, una estrategia que ha sido intentada desde el sexenio de Zedillo con resultados limitados. El programa también destaca la intención de enfocar esfuerzos en los estados y municipios más violentos, buscando su pacificación y reducción de actos delictivos. Sin embargo, no se han detallado las acciones específicas para lograrlo y ya se ha visto que no basta la presencia de numerosas fuerzas militares, como en Sinaloa,  para disminuir la violencia.

  Expertos en seguridad han señalado que este programa no presenta innovaciones ni detalles claros sobre cómo se implementarán estos cuatro ejes. No obstante, el hecho de que ya no se mencione la estrategia de “abrazos, no balazos” es considerado un avance significativo.

  El fortalecimiento de la inteligencia debe ser una prioridad. Aunque la inteligencia actualmente está dominada por las fuerzas armadas, es crucial reconstruir la inteligencia civil y policial para llevar a juicio a los delincuentes de manera efectiva.

   La reforma judicial podría apoyar estos esfuerzos al permitirle al Poder Ejecutivo colocar jueces menos estrictos en cuanto a la solidez de las carpetas de investigación y menos garantistas de los derechos humanos de los acusados,  con lo cual se facilitaría el encarcelamiento de estos,  aunque con ello se podrían violentar sus derechos humanos.

  La posible ratificación de la Titular de la Comisión de Derechos Humanos también podría facilitar el trabajo de las fiscalías, al estar más orientada a apoyar al gobierno en turno  que a la defensa de los derechos humanos.

  En este contexto, la población podría estar más dispuesta a aceptar una estrategia similar a la de Bukele en El Salvador, enfocada en un control más firme sobre el crimen, que a seguir permitiendo la impunidad de los delincuentes.

  Aún queda por ver cómo se reclutarán miles de investigadores de campo, analistas y expertos en técnicas de investigación, así como la creación de plataformas tecnológicas que conviertan la información en pruebas utilizables en procesos judiciales. El presupuesto de 2025 será un indicador clave del compromiso del gobierno con la reconstrucción de la inteligencia civil.

  La nueva administración hereda una situación extremadamente difícil en términos de seguridad pública y corrupción. Se requieren acciones inmediatas y contundentes para recuperar los territorios controlados por el crimen organizado. El programa anunciado por el Secretario de Seguridad es solo el primer paso; el éxito dependerá de la capacidad del gobierno para implementar medidas eficaces y sostenidas que lleguen a la raíz del problema.