17 de agosto de 2024

LA INMORTALIDAD QUE VIENE

 

Por: Octavio Díaz García de León


   Ser inmortal es uno de los anhelos más antiguos de la humanidad. Muchas religiones se han construido sobre la promesa de otorgar la inmortalidad a sus fieles. Hoy en día, con los avances de la ciencia, la posibilidad de alargar radicalmente la vida humana podría estar a solo unas cuantas generaciones de distancia. Quizás, al final del siglo XXI, la expectativa de vida sea varias veces mayor a la actual, que ronda entre los 75 y los 80 años.

    La inmortalidad ha sido estudiada con mayor rigor en las últimas cuatro décadas por académicos de renombre. Entre ellos,  el profesor Stephen Cave, Director del Instituto para Tecnología y Humanidad de la Universidad de Cambridge, quien publicó el libro Inmortalidad en 2012 y, el año pasado, otro en colaboración,  en el cual actualiza sus puntos de vista respecto al tema.

     El profesor Cave señala que existen cuatro vías hacia la inmortalidad:

    Mantenerse vivos o evitar la muerte:  Esto incluye la búsqueda de elíxires mágicos que proporcionen inmortalidad, la ingesta masiva de vitamina C, el transhumanismo y la prolongación de la vida por medios científicos bajo un enfoque ingenieril, entre otros métodos.

   La resurrección:  Esto consiste en la creencia de que, aún si morimos, podemos resurgir en el futuro físicamente en nuestros cuerpos. Las grandes religiones abrahámicas---judaísmo, cristianismo e islam---creen literalmente en la resurrección física de los cuerpos,  y esta constituye una de sus doctrinas centrales. Otra manera de resurrección es la criogenia, en la que se congela a las personas con la esperanza de que puedan revivir en el futuro.

    La inmortalidad del alma: La inmortalidad se alcanza no a través de vivir para siempre de manera física, sino a través de un ente espiritual, como el alma. La mayoría de la humanidad cree que las personas tienen alma. Esta creencia es central en el cristianismo, el budismo, el hinduismo y muchas otras religiones. Se considera que el alma puede vivir de manera independiente del cuerpo y ser inmortal.

    El legado:   Esta es una forma indirecta de extender la vida de las personas a través de sus obras. La más tangible es tener hijos, pero también puede lograrse mediante la creación artística, la fama como un político destacado o incluso como un criminal aberrante.

    El autor afirma que ninguna civilización ha sobrevivido sin el respaldo de alguna de estas narrativas, pero concluye que ninguna de las cuatro es verdadera, factible ni deseable.

   A lo largo de los siglos, muchos escritores han tratado el tema de la inmortalidad. Karl S. Guthke en su libro La Vida sin Fin, reseña más de 22 obras que abordan la inmortalidad. Por ejemplo, El Inmortal de Borges y Todos los Hombres son Mortales de Simone de Beauvoir.

   Un artículo escrito en 1973 por Bernard Williams, de la Universidad de Cambridge, sobre la obra de teatro del autor checo Karel Čapek, adaptada a ópera por Leoš Janáček, El secreto de Makropulos, ha tenido una gran influencia en la discusión reciente sobre la inmortalidad, tanto en Cave como en otros autores, al argumentar que el aburrimiento es la razón más relevante para no desearla.

   En su libro más reciente, coescrito con Fisher, ¿Deberías elegir vivir para siempre? Un debate, Cave identifica cuatro problemas asociados con la inmortalidad, basándose en la especulación derivada de los textos de Borges y Čapek, dado que no existen casos de inmortalidad que se puedan investigar:

   Aburrimiento: Si la vida no tiene fin, cualquier actividad placentera acabaría por volverse aburrida.

   Ennui (Tedio, apatía): Incluso antes de volverse aburrida, la repetición de actividades puede llevar a la depresión.

  Falta de sentido:  Si las personas vivieran eternamente, realizarían una cantidad inmensa de actividades, incluidas aquellas que son contradictorias, contrapuestas o repetitivas. Por ello, los proyectos individuales perderían sentido, cada persona perdería su identidad y desparecerían las categorías de bien y mal.

  Procrastinación:  El hecho de tener una vida mortal nos obliga a tomar decisiones considerando el tiempo limitado que tenemos. Tener tiempo sin restricción hace que pierda su valor y, por lo tanto, el tomar decisiones sobre cómo usarlo se vuelve imposible, lo que podría llevar a la parálisis.

    Existen otros problemas relacionados con la inmortalidad, como definir qué es el ser y la identidad cuando se alcanza mediante el “descargar” nuestra conciencia en un dispositivo electrónico. También están los problemas asociados con la sobrepoblación, la justicia social, el trabajo, entre otros.

    El reto será encontrar soluciones a estos problemas ante la posibilidad de que pronto se pueda alcanzar una longevidad varias veces mayor a la actual.

  Por ello, es oportuno profundizar en la investigación filosófica sobre la prolongación radical de la vida. Incluso, esta investigación podría ayudar a encontrar mejores formas de vivir dentro del tiempo que hoy abarca nuestras vidas. Por lo pronto, la pregunta sería: ¿Desearía usted ser inmortal?

2 de agosto de 2024

LA DESAPARICIÓN DEL INAI

 

Por: Octavio Díaz García de León


     Se encuentra en discusión en el Congreso una reforma que contempla la desaparición de los organismos con autonomía constitucional, entre ellos el INAI y los organismos estatales de transparencia. De acuerdo con la propuesta de reforma, las funciones en materia de transparencia recaerían en los propios sujetos obligados y la resolución de los recursos de revisión que interpongan los particulares quedarían de la siguiente forma:  sindicatos a cargo de autoridades laborales de conciliación; partidos políticos los atendería el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas;  y para el resto, las resolverán las autoridades de control interno y vigilancia. En materia de protección de datos personales las leyes secundarias señalarán a los responsables de esta función.

    Los recursos humanos de los organismos que desparezcan serían transferidos a las instituciones que asuman sus funciones, “en lo que corresponda”, es decir, solo aquellos que requieran las instituciones que asumirán sus funciones. Asimismo,  se les transferirán los recursos materiales, informáticos y las obligaciones de los organismos que desparecen.

   En el caso del INAI, el 80% del presupuesto es nómina, por lo que, de transferirse la mayoría de las personas,  los ahorros serán insignificantes. Por ello,  la reforma propuesta no trata de generar ahorros sino de concentrar en el Poder Ejecutivo las decisiones sobre las materias que manejan los organismos autónomos que se pretende desaparecer.

   Como lo mencioné en un artículo anterior, el INAI,  desde su creación en 2014, ha sufrido manejos inadecuados de recursos por parte de algunos de sus comisionados.  Por ejemplo, la práctica extralegal de repartirse las plazas del Instituto entre los comisionados; el excesivo número de eventos que organizan y que no le agregan valor a la institución pero sí cuestan;  los viajes sin justificación adecuada de sus altos funcionarios; y una estructura organizacional excesiva de secretarías ejecutivas y direcciones generales,  entre otros.

    En contraste, su antecesor el IFAI, creado en 2003 como organismo sin autonomía constitucional pero con autonomía técnica y administrativa,  tuvo un desempeño muy aceptable durante 11 años con tan solo 5 comisionados y una estructura organizacional modesta.

    Otros problemas de la reforma de 2014 que dio origen al INAI y que he señalado en este espacio, son por ejemplo, el habérsele dado la responsabilidad de la protección de datos personales, lo que le dio dos tareas opuestas: evitar dar información personal y buscar la máxima apertura en materia de información pública.  

    También hace falta una Ley de Secretos de Estado para proteger la seguridad nacional ya que actualmente la Ley de Transparencia no define con precisión este tema y se presta a la presión del actores gubernamentales que bajo ese pretexto ocultan información que no deberían,  como las contrataciones que se realizan para obras que ejecutan las fuerzas armadas y otras instituciones de seguridad. 

    Otro aspecto que no ayuda al INAI es que no puede sancionar a los sujetos obligados que no entreguen la información que les obliga. Para ello,  tiene que recurrir a los órganos internos de control (OIC)  que dependen de la Secretaría de la Función Pública,  con lo que pierde autonomía. Hay que reconocer que estas situaciones no son frecuentes y por eso no hay muchas sanciones por ese motivo, gracias en parte, a la participación de los OIC en los Comités de Transparencia.

   Si bien existen áreas de mejora en el caso del INAI, los manejos inadecuados de recursos no se deben a un mal diseño institucional sino a los abusos,  discrecionalidad y falta de rendición de cuentas con que actuaban algunos de sus comisionados.  Es un tema más de personas que de la autonomía del organismo.  

   La reforma propuesta no soluciona este problema sino que afecta la independencia requerida para garantizar este derecho humano contemplado en la Constitución. El Poder Ejecutivo puede realizar estas funciones pero se convertirá en juez y parte, por lo que el acceso a la información pública y la protección de datos personales podrían estar en riesgo de aprobarse estos cambios a la Constitución.

   La justificación esgrimida para esta reforma no es el garantizar mayor transparencia, apoyar el combate a la corrupción, facilitar la rendición de cuentas o proteger mejor los datos personales, sino como un supuesto ahorro de recursos. Pera ya vimos   que no habrá tal ahorro al conservarse las estructuras operativas de estos organismos. Si se buscan economías hay que mirar a otra parte: el presupuesto anual del INAI equivale a lo que perdió PEMEX cada 17 horas durante el primer semestre de 2024.

  No se observa como esta reforma que desaparece organismos autónomos y transfiere sus atribuciones al Poder Ejecutivo pueda resultar en una mejor atención a estas funciones indispensables para el país. Falta ver si hay la voluntad política para hacerlo y de no ser así,  dicha reforma se convertirá en un grave retroceso en las materias que atienden estos organismos.