21 de mayo de 2022

MERITOCRACIA Y DESIGUALDAD

  

Por: Octavio Díaz García de León

 

   Recientemente el Prof. Michael Sandel de la Universidad de Harvard publicó su libro  " La Tiranía del Mérito. ¿Qué ha sido del bien común?". En él plantea que la meritocracia tiene graves deficiencias que provocan la polarización en las sociedades. Dadas las imperfecciones de los sistemas meritocráticos, la élite acapara los mayores beneficios, existen pocas oportunidades de movilidad social y se genera desigualdad. Dice que la inconformidad social que esto provoca la han aprovechado gobiernos populistas autoritarios, cuyas bases de apoyo político la constituyen estas personas sin oportunidades de ascenso social y las cuales están resentidas contra las élites meritocráticas. El remedio, según él, consiste en propugnar por una ética de la humildad, la solidaridad y reivindicar a los trabajos más modestos.

    En nuestro país, el presidente López Obrador ha percibido este resentimiento de grandes segmentos de la población que no tienen la posibilidad de ascender por méritos en la escala social. Por ello, cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, creó  la Universidad Autónoma de la Ciudad de México donde no se requiere examen de admisión. Esta universidad da acceso a la educación superior a cualquiera,  sin trabas meritocráticas.

   Ya como presidente, ha continuado su ataque a la meritocracia. Por ejemplo, redujo sueldos y prestaciones en el gobierno afectando a la alta y media burocracia, que estaba constituida por personas con gran preparación académica y contaba con muchos años de experiencia, las cuales, en muchos casos, han sido sustituidas por personas sin esos méritos.

   Asimismo, se ha confrontado con los investigadores del CONACYT y otros profesionistas tales como médicos, periodistas, abogados, e ingenieros, personas que gracias a sus méritos basados en estudios y esfuerzo, se han ubicado en la clase media.  También ha criticado a las instituciones educativas como el CIDE y la UNAM y a universidades privadas como el ITAM y el ITESM, de donde provienen muchos de estos profesionistas exitosos.

     La reforma educativa que ha propuesto su gobierno está dirigido a desmantelar el sistema educativo actual, el cual, en voz del funcionario de la SEP, Marx Arriaga, se caracteriza por ser "meritocrático, elitista, patriarcal y racista" y deberá ser sustituido por un sistema hecho para “compartir” no para “competir”. Otra forma de atacar a la meritocracia en el sector educativo fue mediante la desaparición de las evaluaciones a los maestros  y la cancelación de la aplicación de  pruebas educativas internacionales a los niños.

    Con estas acciones,  el presidente y su gobierno han hecho suya esa animadversión que tiene una parte importante de la población contra la meritocracia. Esta población,  como en otros países, no se siente incluida en el progreso que han alcanzado profesionistas, empresarios y una creciente clase media,  debido a que, según el Prof. Sandel,  el sistema meritocrático beneficia a los ya de por sí privilegiados, crea desigualdad y genera resentimientos.   

    Pero hay que tener cuidado si se quiere desmantelar al sistema meritocrático y utilizar otros criterios para distribuir puestos, dinero y honores. Seleccionar a las personas en base a factores que no los califican para realizar sus funciones o darles dinero sin que aporten a la sociedad, podría llevarnos al caos.

     Por ejemplo, si uno requiere una cirugía, desearía que la operación la realizara el cirujano con los mejores estudios, experiencia y habilidades y no por un médico improvisado, o bien, que para integrar a la selección nacional de fútbol, sean seleccionados los mejores jugadores, en lugar de ser escogidos mediante un sorteo.

    Dice el Prof. Sandel que la meritocracia no ha producido una sociedad más igualitaria y “justa”, pero quitarla no nos dará una mejor sociedad. Intentar que haya uniformidad como lo intentaron los sistemas totalitarios comunistas no conducirá a la igualdad o a la justicia. Además, en esos países hay una élite que vive mucho mejor que el resto de sus compatriotas.

     Lograr la igualdad es imposible. Las diferencias entre personas se inician desde el lugar donde se nace: no es lo mismo nacer en la ciudad de Aguascalientes que en un pueblo aislado de la sierra de Oaxaca. Luego, la genética genera desigualdad, desde las capacidades intelectuales hasta enfermedades hereditarias. La familia también crea desigualdades: depende si los padres tienen educación o no, o bien, si tienen problemas psicológicos, o de alcoholismo.   También el ambiente nos hace diferentes: la familia, la escuela, el barrio y las amistades. Como dijo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”, lo cual nos hace únicos y, por lo tanto, desiguales.  

    Debemos buscar la forma de que cada persona tenga oportunidad de realizar todas sus potencialidades positivas y que cada una aporte lo mejor de sí misma. La meritocracia es una buena forma de sacarle provecho a las diferencias entre las personas, pero se deben corregir sus deficiencias. Una sociedad más justa no es una sociedad más uniforme sino, como dice el Prof. Sandel, aquella donde se reconozcan económica y socialmente las aportaciones de todos, por modestas que parezcan.   


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