10 de julio de 2025

BANCOS EN RIESGO

 

Por: Octavio Díaz García de León


   Una de las formas clave para combatir el tráfico de drogas y la corrupción es seguir la pista del dinero,  como lo he sostenido en esta columna. Durante la Convención Bancaria celebrada en mayo, circuló discretamente la versión de que FinCEN —la Unidad de Inteligencia Financiera de Estados Unidos— preparaba sanciones contra instituciones mexicanas que habrían facilitado operaciones sospechosas vinculadas al narcotráfico.

   El 25 de junio pasado, ese rumor se confirmó. El Departamento del Tesoro designó a CIBanco, Intercam Banco y Vector Casa de Bolsa como “instituciones de preocupación principal” por su presunta participación en esquemas de lavado de dinero asociados al tráfico de fentanilo. Como consecuencia, a partir del 4 de septiembre de 2025, todas las instituciones financieras estadounidenses tienen prohibido recibir transferencias de estas tres empresas mexicanas.

   Las sanciones desataron efectos inmediatos. Clientes alarmados comenzaron a retirar sus fondos, y ante el riesgo de una corrida bancaria, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) intervino de forma temporal a CIBanco e Intercam. Sin embargo, el daño reputacional ya estaba hecho, y es muy probable que estas instituciones tengan que cerrar.

   El riesgo para los bancos radica en su estructura financiera: el capital de los dueños representa apenas el 10 % de los recursos que utiliza la institución para prestar e invertir; el restante 90 % proviene principalmente de los depósitos de personas y empresas. Si los depositantes pierden la confianza y deciden retirar su dinero de forma masiva, el banco no cuenta con la liquidez para hacer frente a esa demanda.

  Por eso existen dos mecanismos de protección: el Seguro de Depósitos administrado por el IPAB, que cubre hasta 400 mil UDIs (equivalentes a más de 3 millones de pesos actuales) por cuentahabiente y por institución; y las intervenciones que realiza la CNBV.

  En una columna reciente, la periodista Peniley Ramírez reveló que FinCEN detectó cuentas sospechosas de lavado en al menos trece bancos adicionales ligadas al caso de García Luna. Esto incrementó el temor de que nuevas medidas del gobierno estadounidense puedan extenderse a otros bancos más grandes.

   Además,  la reciente cooperación de Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo" Guzmán, con las autoridades de Estados Unidos,  hace previsible que se revelen más nombres, rutas de dinero y vínculos con instituciones financieras mexicanas, lo que podría detonar nuevas sanciones. Estas revelaciones podrían afectar no sólo a bancos,  sino a políticos y funcionarios que han sido cómplices del narcotráfico.

   La posibilidad de que haya más sanciones representa un enorme desafío para el país. Si el IPAB se viera obligado a cubrir los depósitos asegurados de un banco mediano, tendría que emitir miles de millones de pesos en Bonos de Protección al Ahorro o recurrir a financiamiento directo de la Secretaría de Hacienda, incrementando así la deuda pública y generando presión adicional sobre el presupuesto federal. A ello se sumaría un potencial deterioro de la gobernabilidad, al combinarse el temor económico con la desconfianza institucional.

    La Asociación de Bancos de México emitió un comunicado en el que subraya que el sistema bancario mexicano es sólido y cuenta con el respaldo de las autoridades nacionales. Enfatiza que las sanciones impuestas por Estados Unidos sólo afectan operaciones con ese país, sin impacto directo en las transacciones internas. Sin embargo, este comunicado refleja la preocupación del sector: cualquier nueva sanción puede desencadenar una pérdida de confianza que derive en retiros masivos de fondos.

    Para evitar que la incertidumbre se convierta en pánico, las autoridades mexicanas deben actuar con anticipación y firmeza. Una primera medida podría ser ampliar temporalmente la cobertura del IPAB más allá del límite actual de 400 mil UDIs, e informar sobre los mecanismos de acceso al seguro de depósitos. En segundo lugar, el Banco de México podría activar líneas de liquidez que permitan a los bancos responder a retiros sin tener que vender activos con pérdidas. Tercero, las autoridades deberán mostrar datos sólidos sobre capitalización, liquidez y solvencia del sistema.

   Otras acciones incluyen la posible implementación de límites temporales de retiro, así como estimular el uso de medios de pago electrónicos para reducir la presión sobre las sucursales.

   Para la banca mexicana, este episodio representa un fuerte llamado de atención. Es indispensable reforzar los controles internos, modernizar los sistemas de monitoreo, mejorar la detección de transacciones inusuales y revisar con rigor las relaciones con intermediarios y corresponsales extranjeros.

  El riesgo de una crisis de confianza en el sistema bancario no es remoto. En un contexto marcado por la presión de Estados Unidos para combatir el narcotráfico, la cual incluye amenazas comerciales, sanción a instituciones financieras y la amenaza de encarcelar a políticos mexicanos cómplices, el Estado mexicano debe responder de inmediato para contener el temor de los depositantes y garantizar que el sistema bancario continúe siendo un pilar de estabilidad y crecimiento para el país.