30 de octubre de 2023

LA TRAGEDIA EN ACAPULCO

 

 

“Errados filósofos que proclaman “Todo está bien”,

Acudan, contemplen estas ruinas horrendas,

Estos deshechos, estos jirones, estas cenizas malaventuradas,

Estas mujeres, estos niños apilados los unos sobre los otros,

Bajo los mármoles quebrados, sus miembros desperdigados;

Cien mil desdichados devorados por la tierra,

Sangrando, desgarrados, agonizantes,

Sepultados bajo sus techos, acaban sus lamentables días,

Desamparados, en el horror de los tormentos.

 

Voltaire

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

      Una tormenta tropical que parecía no representar ningún peligro para la costa de Guerrero, en el lapso de 12 horas se convirtió en un huracán categoría 5, es decir el máximo en fuerza y peligrosidad, entrando por Acapulco con toda su potencia.

    El daño causado al puerto de Acapulco es incalculable y la prioridad es ayudar al millón de habitantes que resultaron afectados gravemente. Al momento de escribir estas líneas la cifra oficial de muertes ascendió a 43 personas, pero es probable que la cifra sea mucho más alta. Las autoridades habían reportado 36 desaparecidos, pero también quizá sean muchos más. Aún peor, se puede dar una enorme tragedia humanitaria por la falta de agua y alimentos si no se atiende la emergencia. Por lo pronto, se estiman las pérdidas económicas entre 10 y 15 mil millones de dólares.

   Voltaire, en su Poema sobre el desastre de Lisboa, pone en duda la existencia de un Dios benevolente y de que este sea el mejor de los mundos posibles, como lo argumentaba Leibnitz, ante el enorme terremoto, tsunami e incendio que destruyó Lisboa el 1 de noviembre de 1755, causando alrededor de 100 mil muertos.

   En nuestro país, el actual gobierno ha tratado de vendernos que el México de la 4T es el mejor México posible y que los gobernantes emanados de MORENA son benevolentes. Esto a pesar de su responsabilidad en las 800 mil muertes por la pandemia de COVID, en el fallecimiento de los niños con cáncer por falta de tratamiento, en los 35 mil asesinados por la inseguridad cada año y en atender a los damnificados en Acapulco.  Desafortunadamente hay muchos cándidos que creen en las bondades del actual gobierno, a pesar de las evidencias.

   La reacción ante el desastre de Acapulco es una muestra más de la incapacidad de los tres niveles de gobierno, todos de MORENA en este caso. No fueron capaces de reaccionar a tiempo para advertir a la población, a pesar de que una aplicación para celulares podía haber advertido del peligro unas horas antes; no previeron lo necesario para hacer frente a un desastre de esta magnitud porque no estaban preparados para esperar lo peor. Tampoco han sabido reaccionar con rapidez ante la magnitud de la tragedia y en lugar de aplicar toda la fuerza del Estado, su presencia ha sido ineficiente. Aunque al principio parecía que había órdenes a los militares de detener las ayudas de la sociedad, ésta ya está fluyendo.   

   Algunos reclamos sobre el manejo del desastre se han concentrado en la desaparición del FONDEN, un fideicomiso que contaba con recursos para afrontar calamidades como la que se acaba de presentar en Acapulco y que el actual gobierno desapareció. Pero el problema no es el dinero, ya que este puede obtenerse de alguna parte, sino la capacidad del Estado mexicano para usar bien ese dinero y responder a esta contingencia. Desafortunadamente, ya había una ausencia del Estado en Acapulco al dejar el puerto en manos del crimen organizado,  quien vive del tráfico de drogas,  del cobro de derecho de piso y del robo, en total impunidad. Ante esta tragedia,  se resiente aún más la ausencia del Estado mexicano.

  En el corto plazo urge resolver el problema de seguridad, buscar a los desaparecidos, abastecer de electricidad, gasolina, medicinas, servicios médicos, alimentos, agua, techo, etc. a la población. En el largo plazo, la reconstrucción deberá acelerarse para que el millón de habitantes de la zona recupere sus viviendas y fuentes de sustento.  De otra forma se generará un problema social de enormes dimensiones. Pero esta tarea tardará años.

  La sociedad civil ya está respondiendo con la solidaridad que le caracteriza y se puede repetir la experiencia del gobierno de Miguel de la Madrid cuando,  ante  su pasividad y lentitud ante el sismo de septiembre de 1985,  la sociedad tomó en sus manos el rescate de la ciudad de México. El gobierno no debe temer a este ayuda, sino encabezarla. Lo que urge es salvar las vidas de los cientos de miles de damnificados.

  La reconstrucción de Acapulco será difícil y tomará tiempo. Hará falta la ayuda de los empresarios para recuperar puestos de trabajo y del gobierno para restaurar servicios básicos y la seguridad.  Como en 1985, parece que la única respuesta a la tragedia es la solidaridad de la sociedad ante la falta de preparación de los gobiernos para hacer frente a estas desgracias.   

 

16 de octubre de 2023

ORGANISMOS AUTÓNOMOS SÍ, PERO PROFESIONALES

 

Por: Octavio Díaz García de León


    El presidente López Obrador ha venido criticando la actuación de organismos que no dependen del Poder Ejecutivo y ha pedido que se les reduzca el presupuesto o que simplemente se les desaparezca, como fue el caso del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Estos ataques van dirigidos al Poder Judicial, así como a organismos con autonomía constitucional,  tales como el INE, el INAI, la COFECE, el IFETEL, etc. En estas circunstancias han surgido muchas voces para defender a las instituciones agredidas.

    Sin embargo, es necesario reconocer que tienen áreas de mejora en su manejo interno. Una de sus deficiencias, es que, en algunas de ellas, sus más altas autoridades las manejan como si fueran de su propiedad, disponiendo discrecionalmente de sus recursos.

   Por ello, no hay que confundir la defensa de las instituciones con la defensa de quienes las dirigen, algunos de ellos, indefendibles.  

  Tomemos, por ejemplo,  al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Esta institución se fundó en 2003, como IFAI, gracias a organizaciones de la sociedad civil que consideraron a la transparencia gubernamental como un derecho fundamental de los ciudadanos y como una herramienta para mitigar la corrupción, entre otros beneficios. La estatura intelectual de los comisionados del IFAI y el profesionalismo de quienes allí laboraron, dio resultados importantes.

   El IFAI contaba con una estructura de cinco comisionados y un presupuesto moderado con lo cual funcionaba bastante bien. La reforma que en 2014 dio autonomía al IFAI y lo convirtió en INAI, fue un retroceso, al crecer a siete el número de comisionados, agregarle indebidamente la protección de datos personales e hinchar su estructura.

   A diferencia de la COFECE y el IFETEL, donde se crearon sistemas muy sólidos de selección de comisionados, para asegurarse que solo llegaran los más capacitados, el INAI quedó a merced de nombramientos basados en cuotas partidistas y cuates.

   Si bien en el IFAI no existía un servicio profesional, la selección de nuevos funcionarios públicos y las promociones, se hacían basados en méritos. En el INAI, sus nuevos comisionados decidieron repartirse las plazas del Instituto para entregarlas a amigos, parientes y compromisos, aspecto que subsiste todavía.

   El INAI cuenta con alrededor de 800 plazas. Tiene en su estructura cuatro secretarías ejecutivas que resultan excesivas y dos de ellas les fueron asignadas recientemente por sus pares, a ex comisionados que terminaron sus encargos, para no dejarlos sin chamba. Cuenta con 27 direcciones generales, algunas de las cuales no se justifican. Estas plazas se asignan por cuotas de los comisionados, sin mucha consideración a las capacidades profesionales de los nombrados, con sus honrosas excepciones, y la repartición se da en cascada hasta los puestos más bajos del Instituto.

   Cuando desde Palacio Nacional iniciaron los ataques al INAI, no hubo grandes manifestaciones en su defensa como sí las hubo a favor del INE. Esto se debe a que quien se beneficia de la transparencia es un grupo reducido de periodistas y académicos. La protección de datos personales sí tiene más impacto, pero no se ha sabido divulgar su importancia.   

   Los comisionados del IFAI y luego el INAI, no han podido convencer de la utilidad que tiene la transparencia y la protección de datos personales para la mayoría de los mexicanos y eso se refleja en la falta de apoyo social que sufre esta institución.  Algunos comisionados han preferido dedicar su tiempo a eventos dirigidos a sus “clientes frecuentes” viajando por todo el país y el extranjero, sin que este activismo, que más parece pretexto para pasear y salir en la foto, tenga impacto en la mayoría de la población.  

   Todo ello ante la falta de contrapesos y una débil supervisión externa. Existe un consejo consultivo del INAI, cuyo impacto ha sido menor. Se le podría fortalecer dándole mayores atribuciones de supervisión y rendición de cuentas. Por otra parte, cuenta con un órgano interno de control autónomo, pero su actividad está enfocada al control interno de la operación del Instituto.  

  Es necesario defender a los organismos autónomos para que cumplan con su función de proteger los derechos fundamentales que resguardan, pero tiene razón en parte el presidente López Obrador,  al criticar los excesos que ocurren al interior de ellos. En lo que no tiene razón es en como pretende corregir estas deficiencias.

  Urge una revisión a fondo del diseño institucional de estos organismos para operar con sobriedad. Ya que es difícil que las instituciones se reformen a sí mismas, sobre todo cuando implica que sus directivos pierdan privilegios, será tarea del próximo gobierno federal reformarlas para evitar su manejo como si fuera patrimonio de sus dirigentes. Hará falta nombrar órganos de dirección profesionales y crear contrapesos y mecanismos de rendición de cuentas eficientes, para que estas instituciones no se conviertan en feudos de quienes las gobiernan.